Un aliento de Dios

Aliento de Dios

Si abrimos la Biblia en su primera página, encontramos aquella afirmación sobre el origen del hombre: «Dios le inspiró en el rostro un aliento de vida».

Eso es el hombre, nada más que eso, pero nada menos que eso: un aliento de Dios, un algo de Dios, algo vital como es el aliento. El hombre lleva en sí un poco del calor de Dios, de ese calor que es fecundo y que da vida. Pero si es calor de Dios, ¿por qué no se convierte en llama que encienda cuanto alrededor suyo se halle? Si es calor de Dios, ¿por qué va esparciendo frío en sus relaciones, frío de resentimientos, frío de hostilidades, frío de egoísmos? No está llamado a ser témpano, sino fuego; donde hay témpanos, hay frío; donde hay frío, no hay vida. En cambio donde hay fuego, hay calor, y donde hay calor surge en el acto la vida.

Autor | Padre Alfonso Milagro – «Los cinco minutos de Dios«

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